Y qué podrían decirte mis ojos al respecto de mi bondad. Pero esa no
es una pregunta que Ramón sabe contestar, al menos no con palabras fijas, pues
no hay ninguna formula ni ningún teorema matemático listo a demostrar las
capacidades personales como también los complejos mentales que uno puede llegar
a tener por la circunferencia del lóbulo, de la talla de la pupila, del color
de los ojos o de los garabatos rojos que se pintan en sus extremidades.
Recuerda que tampoco se sabe decir gran cosa de si tiene alguna incidencia lo
de que las pestañas estén grande abiertas o cerradas. Eso dicho, no des por
descontado que hay ciertos elementos que se descubren gracias a los ojos: De
primeras, si duermes bien, pues unos ojos rojos no indican nada bueno, luego la
talla de las pupilas cambian si estás delante de alguien que te gusta física y
mentalmente – también he oído decir que a las mujeres se les ponen los labios
más rojos, (carcajadas). No sin olvidar que al tomar drogas el primer índice
son los ojos – menos con el alcohol, la única droga que afecta al resto del
cuerpo menos al ojo, o será que nunca he visto a un borracho sobrio.. o a un
sobrio borracho. Luego, vi una vez por la tele que al tener deficiencia renal
tus ojos se ponen amarillos. Ah claro yo también veía Doctor House, que te
crees (se ríen). Pero que sí, no queda duda que le queda mucho por descubrir a
la ciencia en cuanto a lo que se refiere a los ojos, por qué se suponen que son
los tan susodichos espejos del alma y aún no se ha dicho nada al respecto en
los libros de química, de biología o de física. Es que ni hasta Freud, te das
cuenta, el que habló de la sexualidad como un elemento importante de la
personalidad del hombre pero ni se adentró o ni se atrevió adentrarse a suponer
lo que podían ser los ojos – pero ojo, que no somos psicólogos ni
psicoanalistas.
Y aún así sigue algo habiendo ahí, metido en nuestras cabezas que nos
indican que yo al verte a ti, tú, carapan, tontolava, pedazo de perro, (sonríe)
sé que tu eres una buena persona y lo sé (pone su mano sobre su hombro). Y no
sé decírtelo como lo sé, yo te diría que hay cosas que la ciencia sabe que yo
no sé y hay cosas que yo sé que la ciencia no sabe, cosa que parece de idiotas si
lo piensas bien, sin la ciencia no sabría que Plutón existe y el plutonio es un
elemento pero sin mí la ciencia no sabe que eres de fiar o que ésta rubia de
ahí tiene unas pintas de guarra que te pisas el cordón del zapato y te comes el
techo cuatro veces y sin exagerar ¡pero macho mírala! (sonríe) Pero hombre, me
estás hablando de ojos y de almas y no tienes ni la decencia de mirarle algo
más que la minifalda a esta chica – pero es que es muy corta Ramón- por muy
corta no le da decencia a tu discurso, y además sus ojos dicen que tampoco es
tan tonta pero que está triste y que no sabe como ponerse, ahí, dentro de su
cabeza (pensativos).
Quizás como la ciencia y los ojos, ¿tu qué dirías? ¿que lo
deducimos de cosas que están pero que no vemos? Pero a eso Ramón tampoco sabía
contestarle con palabras claras y justas, que tuvieran sentido y consistencia
tal para que su boca diga más de lo que pueden decir sus ojos.
Tal vez sea así (dijo la rubia).