lundi 1 décembre 2014

Negrosis



Me gusta escribir con bolígrafo negro, de un negro sa(n)grado. Me gusta que sean grises al principio y que por las arrugas y las horas pasadas juntos a dibujar palabras, los dos cambiemos. Negro como las pupilas, pulmones de un fumante, las viudas, los goticos y no como la noche, no, la noche es multicolor como un regard. Dicen de él  inútilmente que es oscuro y triste, pero como el Beau Soir, cielo de Bruselas y la seca seriedad de una Ana ante un duro despertar, todos aguardan belleza, belleza producto sonrisa, belleza equipara linterna, auditorio encendido por discurso fúnebre, sin posible derogación admisible. El azul como tinta nunca me ha apasionado, como cielo me ha transportado y como ojos siempre me ha endoctrinado. El verde de una hoja, rojo de una rosa, castaño de un mechón y blanco tierno plantado en tiel– ya me seduces demasiado ¡Agresivo marrón! Las trompetas y el piano se han anticipado al botón play, la folie à deux en mi caféza mientras cumplo mi dulce pecado, mi adictiva turpitudinem pues ya sabes lo que dicen los órganos.. “Nemo auditur cuando el vicio aguanta el negro bolígrafo”. Mañana será un largo día, poca nube me comerá y ningún aliterapeutico me dará atranches de astroponcondrosís, bueno sí, el fulgor de las jurisputas y las zorrileyes. “Nullem crimen sine poena” y me desvío y me desvanezco, me equivoco y me tuerzo un cuerdo y la a non, la c. 

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